Preparados, listos... ya!: unas palabras para el inicio de clase en la Escuela Provincial Nº 305 de Obera

Hoy estamos comenzando un nuevo  año lectivo en esta escuela. Cada año que comienza siempre es una buena oportunidad para que los padres nos demos cuenta cuanto han crecido nuestros hijos. Un buen momento para que los mismos niños y niñas comprendan cuanto de desafío la vida les va presentando ante cada nuevo comienzo.
En lo personal me gusta imaginar los diferentes procesos de la vida como un camino, o en este caso con una carrera en la cual nos vamos encontrando con obstáculos, cosas que enfrentar y metas que cumplir. Algunas con facilidad y otras que parecen casi imposibles de sobreponerse.
La Biblia misma varias veces nos presenta la imagen del camino para ejemplificar o bien para dar una enseñanza. Una de los pasajes más conocidos  es aquel en el cual Jesús dice que es el camino, la verdad y la vida, llamando  a cada uno a seguir y buscar ese camino.
Por esa razón, hoy quiero reforzar este idea del camino y del andar compartido, contándoles una pequeña anéctoda de algo que se cuenta sucedió en una olimpiada para personas con discapacidad, en la ciudad de Seatle en Estados Unidos.
Cuentan que estaban los atletas preparados para disputar la carrera de los cien metros llanos y que al toque de salida, todos comenzaron a correr en la medida de sus posibilidades. Hasta que en un momento uno de ellos se tropezó y se cayó de cara al piso. Como es lógico y de suponer, esto ya estaba siendo motivo suficiente para que no llegara a la meta con posibilidades de ganar una medalla, por lo que el pobre atleta se sintió angustiado y se echó a llorar de impotencia.
Al percibir lo que había sucedido, uno de los competidores se dio vuelta e inmediatamente dio aviso a los demás. Lo que sucedió entonces dejó a todos perplejos, porque todos los corredores mermaron la marcha, se dieron vuelta y retrocedieron para levantar al caído diciéndole por otro lado que no se aflija, qu el también iba a ganar esa carrera. Entonces se abrazaron y fueron todos caminando hacia la meta de llegada. Dicen que ese día no hubo ninguna sola mejilla que permaneció sin lágrimas y que las manos de los asistentes y testigos se pusieron rojas de tanto aplaudir.
Esa carrera, que debía ser una competencia cerrada, terminó siendo una imagen de lo que tenemos que buscar: esperarnos los unos a los otros en este proceso en el cual muchos quedan atrás. Entender que hay quienes tienen menos posiblidades y entonces se hace necesario volver, levantar, sostener, defender los derechos que están siendo pisoteados o maltratados.
El proceso de aprendizaje escolar es también en parte una carrera, en la cual hay quienes van adelante, asumiendo la punta con facilidad, mientras que otros apenas pueden ir a lo lejos, lento, a su ritmo, tropezando, cayendo... ¿Se imaginan que lindo y desafiante sería si acaso aprendemos todos a esperarnos y a caminar un poco más juntos?. Especialmente para aquellos que siempre tienen que ir por detrás.
Que Dios bendiga nuestros esfuerzos cotidianos por esperar al otro.
Que Dios bendiga este año y todo lo que cada mes nos tiene preparado.
Que podamos caminar juntos.

Eugenio Albrecht

pastor de la IERP  en Obera y Posadas