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¡Paz!



Hace unos días mi amigo y colega Jorge Weishein me envió una reflexión en la que comentaba que  cuando estaba trabajando en Misiones le tocó vivir una experiencia que muchos misioneros todavía la deben tener presente. Fue cuando  la difícil situación de la chacra (que no ha cambiado mucho...)  llevó a que los colonos se organizaran para reclamar por sus derechos. De esa manera, llevaron su descontento hasta la ciudad de Posadas, estacionando sus tractores y máquinas en la Plaza 9 de Julio. Fue ese el modo que encontraron para hacer algo que hiciera posible que los ciegos vieran y los sordos escucharan. 
Esto sucedió mucho tiempo antes del denominado conflicto gobierno-campo del año 2008. Sus características fueron totalmente diferentes. Los que pedían y reclamaban en este caso, eran pequeños campesinos, la mayoría de ellos muy pobres y con muy poca extensión de tierra propia. Se reclamaba por lo poco que se pagaba por los productos agrícolas.


En ese momento un grupo de pastores y sacerdotes acompañaba a los colonos en sus reclamos y las autoridades los descalificaban, diciendo que quienes acompañaban a los colonos, en realidad buscaban agudizar el conflicto en vez de fomentar la paz. La respuesta de esos ministros fue muy simple: "resulta sumamente difícil que haya paz donde no hay justicia".
La paradoja de ese momento es que  a través de sus oídos sordos, el gobierno terminaba apoyando a quienes se beneficiaban con el bajo precio al producto y  por consiguiente con el trabajo de los colonos.
Mi amigo Jorge además reflexionaba diciendo que es muy fácil para los poderosos pedir la paz o imponerla a través de la fuerza. ¡A callarse la boca y a aguantársela... en paz!.
¿Eso es paz?
Me parece que si confundimos eso con paz, estamos al menos equivocados. La paz que se sostiene en base a la explotación y la injusticia no es una paz verdadera, sino que más bien es impuesta y termina siendo como una bomba que en cualquier momento puede explotar sin que se pueda medir sus consecuencias.
Cando la paz no es verdadera sino impuesta, lo que se termina generando y reproduciendo es finalmente miedo, temor y encierro.
Esa es justamente la situación de los discípulos en el texto de Juan 20: 19-31,que hemos compartido en este  segundo domingo de Pascua. Ésa es también hoy la situación de muchas personas. 
El miedo que los discípulos sentían no les permitía pensar en algo esperanzador. Sin embargo Jesús es quien se acerca a ellos y crea comunidad muy a pesar del miedo y además les da la misión de perdonar los pecados y  por ende la misión de luchar contra el pecado. No el simple pecado moralista, sino el pecado que destruye la vida, el pecado de la guerra, el pecado de la explotación, el pecado de la opresión, el pecado de la violencia, el pecado del sometimiento. Luchando contra ese pecado, sí es posible ir en pos de la paz que no es sólo un discurso vacío.
La paz verdadera y duradera no se logra imponiendo ideas o masacrando las de los demás. La paz que desea Jesús a sus discípulos está basada en la justicia y la solidaridad.
Quien llama a que haya paz sin hacer nada para que ella suceda se encierra en su egoísmo. Quien sólo vive a partir de su miedo y permite que los demás lo humillen y abusen de su vida, se encierra en sus temores.
Si repasamos el texto mencionado de Juan 20, veremos que Jesús llega hasta sus discípulos y les desea la paz con su cuerpo roto y maltrecho, como consecuencia de haber buscado y luchado por la paz. El camino de  esa búsqueda no es fácil y Jesús es un testimonio de esto. La paz no es solo ausencia de conflictos. La paz se construye con diálogo y se sostiene con compromiso.

Eugenio Albrecht
Pastor de la IERP
¡Paz! ¡Paz! Reviewed by Proyecto Buscando Ser Tierra Fértil on 23:21:00 Rating: 5

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