¿Cual es tu cruz?, Viernes Santo 2011
El Cristo resucitado es la base de nuestra fe y del cristianismo. Más allá de esto, sabemos que la vida de Jesús fue sumamente rica y atravesó por infinidad de situaciones. Se encontró con personas, se dejó desafiar por sus historias y problemas, curó enfermos, lloró ante la muerte del amigo, compartió el pan, les lavó los pies a sus discípulos como símbolo de total humildad y entrega... sólo para citar algunos de ellos.
Jesús habló del Reino de Dios como contraposición al poder dominante que sólo reproducía dolor con tal de sostener el status, y al final terminó siendo sometido a un instrumento que el propio poder usaba para darle su merecido a los ladrones y malechores. Su juicio fue una mentira, los testimonios comprados, el pueblo presionado, los poderosos se lavaron las manos y miraron hacia otro lado. Mientras tanto, en soledad el hijo de Dios empezaba a contar sus últimos minutos frente a una cruz sin adornos, ni brillos, ni grandeza, ni atractivos.
Del mismo modo que Jesús muere y resucita a una vida nueva. Nuestra vida está llena de momentos de muerte y de resurrección y en ese proceso el propio Jesús nos invita a tomar nuestra cruz y asumirla en serio.
Hoy Viernes Santo, adquiere una importancia diferente la cruz y su significado.
Es sumamente interesante el uso que se le ha ido dando a la cruz y como fue cambiando en la historia. La cruz que durante todo el año tenemos en el fondo del altar, en la que encendemos la luz que nos recuerda justamente la resurrección.
En la época de Jesús, era un instrumento de tortura y tormento. Nadie que hubiera perdido a un ser querido por crucifixión, estaba orgulloso de este acontecimiento y más bien trataba de esconderlo en la medida de lo posible. Simplemente porque en la cruz se sometía a los ladrones y malechores. A Jesús lo crucificaron para humillarlo y para avergonzarlo ante la gente que lo amaba. Los crucificados eran ejecutados en público para que además sirviera de escarmiento.
Con el correr del tiempo, el imperio romano asumió al cristianismo como la religión oficial, la cruz entonces pasó a ser para el imperio un símbolo de poder. El emperador romano quería hacer notar ese poder y entre otras cosas, hacía colocar a lo largo de los caminos grandes cruces para que sean vistas por la gente. Lo que en realidad estaba diciendo implícitamente era que su poder venía de Dios y que en base a ese poder tenía la capacidad de someter a la gente a lo que él quisiera. Muy lejos estaba el Jesús resucitado de esas cruces del poder. Un pueblo no es más cristiano por tener las cruces más grandes a la vista de todos. Eso lo sabemos.
En nuestro tiempo las cruces se multiplican también en formas y usos. Están las que significan un espacio de adoración a aquel que murió en una cruz y luego resucitó. Esas cruces marcan los espacios sagrados de los templos y las capillas. Allí miles de personas como nosotros sienten que se pueden encontrar con Dios para dejar a los pies de la cruz, las dificultades y las esperanzas de sus vidas.
Están también las cruces que cuelgan en los cuellos de muchas personas. De esos, están los que la llevan por costumbre y los que lo hacen convencidos de su fe, que las llevan con orgullo y no se avergüenzan. También están los que la usan como una medalla casi estética. También están quienes no necesitan colgarse un crucifijo. Tampoco faltan los que creen que con tener una cruz encima (o en casa) van a estar cuidados o protegidos.
Cruces brillosas. Cruces de adorno. Cruces de madera. Cruces de oro. Cruces con diamantes incrustados. Cruces de sal para espantar la tormenta...
Tantos usos y algunos abusos que se le ha dado y que se le da a la cruz.
Entre tanto hoy, Viernes Santo, frente a nosotros tenemos la presencia de Jesús en su simplicidad y en su crucifixión, quizás preguntándonos por cuáles son nuestras propias crucifixiones.
La presencia de la cruz en medio nuestro no es algo mágico y tampoco debería ser una cosa frívola sin sentido. Tenemos al resucitado llamándonos a asumir la cruz, a levantarla con todas nuestras fuerzas aún a pesar de creer que no lo podremos hacer. Nuestra cruz y las cruces de nuestro alrededor. Nuestras cruces y las cruces de nuestro mundo.
Para eso no se necesita tener la cruz más grande, se la lleva con convencimiento y se decide caminar detrás de ese que nos invita.
La cruz de Cristo es un recuerdo latente y vivo de una búsqueda comunitaria de un Reino de justicia. Esa justicia en la que Él mismo no pudo esperar. Aún cuando lo que nos rodea puede ser en ocasiones la injusticia y la falta de esperanza. Lo mismo le sucedió a Jesús: lo rodeaba un mundo totalmente vacío de esperanza y de vida digna. Aún así Jesús tomó la iniciativa de proclamar un tiempo nuevo, diferente, con lugar para todos.
Más allá de los usos y abusos de la cruz de Jesús, hoy es necesario que tengamos presente que asumir esa cruz no tiene que ver con una cuestión material de tener en manos alguna cruz en especial, sino asumir una decisión que se renueva cada día y tiene que ver con asumir como propia la invitación de Jesús de asumir mis propias situaciones, las situaciones de mi vida... dejando que el crucificado nos ayude a andar. En ese camino seguramente tendremos más de un motivo para mirar hacia nuestro alrededor y poder darnos cuenta de las cuantas cruces de nuestros hermanos, las cuales también puedo ayudar a cargar, a pesar de mis propias dificultades.
Dios nos sigue invitando...
¿Cual es tu cruz?, Viernes Santo 2011
Reviewed by Proyecto Buscando Ser Tierra Fértil
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19:47:00
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