Martillar espadas y cañones
En estos últimos años en varios países de América Latina hemos vivido un proceso a través del cual el rescate histórico nos ha servido para buscar signos de vida en medio de la muerte. Más precisamente me refiero a la recuperación de la memoria colectiva respecto de nuestras tragedias de las décadas pasadas. Espacios que eran centros de tortura y de privación de la libertad, hoy son espacios culturales y lugares donde se celebra la vida.
Así como en América Latina los países están marcados por las diferentes dictaduras militares, Alemania ha sido marcada a fuego por la segunda guerra mundial y el proceso de toma de consciencia sobre esa tragedia no es algo que corresponde al pasado, sino que está más vivo y latente que nunca.
El desafío tanto de Europa como de América Latina es educar para la vida y por la vida. Para eso muchas veces los símbolos cumplen una función vital, porque nos recuerdan las tragedias, para que no las repitamos como sociedades.
Uno de esos símbolos se encuentra presente (casi inadvertido) en una pequeña iglesia que forma parte de la Facultad de Teología Augustana Hochshule de Neuendettelsau Alemania.
Durante la época del Nazismo, el espacio que ocupa esa facultad funcionaba como campo de entrenamiento y como fábrica de armas para el Ejército de Hitler. Luego de finalizada la guerra, el espacio fue recuperado y resignificado. La iglesia decidió darle vida a un espacio que antes era de muerte. Justamente allí y con el fin de que nos recuerde lo que dice el profeta Isaías, en tanto a bajar las armas y martillar las espadas de guerra para transformarlas en azadones para el trabajo. En ese mismo sentido es que la cruz que forma parte del altar fue hecha de hierro, con los hierros de los tanques de guerra desarmados y que en el pasado provocaron muerte y dolor. Un elemento que servía para aniquilar, es ahora un símbolo de vida, de esperanza y un cobijo para quien necesita encontrarse con Dios.
Resignificar el pasado, no de un modo artificial, sino tomando en serio los dolores del pueblo. Esa es también una invitación para nuestra provincia, en la que hay tantas historias silenciadas y calladas. Una de ellas la representa la masacre de Oberá del año 1936. ¿Cuántas historias similares habrá?
Eugenio Albrecht
pastor Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP)
Oberá y Posadas
Resignificar el pasado, no de un modo artificial, sino tomando en serio los dolores del pueblo. Esa es también una invitación para nuestra provincia, en la que hay tantas historias silenciadas y calladas. Una de ellas la representa la masacre de Oberá del año 1936. ¿Cuántas historias similares habrá?
Eugenio Albrecht
pastor Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP)
Oberá y Posadas
Martillar espadas y cañones
Reviewed by Proyecto Buscando Ser Tierra Fértil
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17:33:00
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